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Una historia en tres actos
Decía Tolstoy que el propósito del arte es manifestarse, expresar la verdad sobre el alma de las personas. Que el arte es la lupa que lleva al artista a los secretos de su alma y muestra estos secretos al común de las personas. En mi obra hay mucho de narrativa y de introspección, tiene mucho de relato personal, de contar cosas que le atañen al alma. El arte es una linterna para difuminar las sombras que la habitan. Las piezas que resultan son introducciones a una historia, que buscan estimular la imaginación y llevar al observador a un lugar lleno de expectativas y emociones. |
Acto primero. Donde nacen mueren los monstruos
Las tres piezas que forman este acto primero tienen el objetivo de transmitir una sensación de aprensión, a través de las formas angulosas y pesadas, y una gama de color fría y oscura que va degradándose del gris de Payne al azul de Prusia. Una breve pincelada de amarillo de Senegal en la parte superior del formato hará de contraste al bloque cerrado y pesado de la parte inferior, aportando equilibrio.
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Acto segundo. Donde los monstruos arrastran los sueños
Las piezas para el acto segundo hablan del
descenso a mi infierno particular. Acercarme más a
la figuración que en los otros dos actos, permite al
espectador identificar lo representado. Pero no ser
demasiado explícito me permite representar lo que
podría ser un drama cualquiera en la vida de cualquier otro.
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Acto tercero. Donde se diluyen las sombras
De las tres partes de este proyecto este es el
que tiene un carácter más luminoso. Habla de espacios
abiertos, de paisajes. Permite al que lo observa salir
de la lectura opresiva de los dos actos primeros de
un modo relajado. Aún conservando la coherencia
cromática entre el gris de Payne y el azul de Prusia, se
aleja de la aprensión de las formas angulosas y cerradas,
permitiendo una vía de escape, a través de una lectura
más sosegada.
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